Factores internos

El desafío al Kremlin no solo vino de su gran adversario. En el seno del bloque soviético se inició en 1980 la primera de las grandes protestas que culminarán en 1989 con el derrumbe de las democracias populares. En Polonia, el sindicato Solidaridad dirigido por Lech Walesa organizó una oleada de protestas que culminó con los Acuerdos de Gdansk, por los que, por primera vez en la historia de los países comunistas, el gobierno de Varsovia reconocía un sindicalismo independiente y libertad de expresión. Esta experiencia democratizador duró poco y, para evitar una intervención soviética, el general Jaruzelski declaró el estado de guerra y acabó con las reformas en 1982. Sin embargo, era evidente las crecientes dificultades de Moscú para controlar a sus estados satélite.

La situación era aún más complicada en la propia URSS. La economía tenía graves problemas estructurales. No sólo dependía de las importaciones de grano norteamericano para alimentar a su población, sino que se hallaba muy rezagada en diversos aspectos tecnológicos clave con respecto a la economía occidental. El estancamiento económico y el progresivo deterioro del nivel de vida de la población soviética hacían evidente la imposibilidad de aceptar el desafío militar norteamericano y extendían el desaliento y la desmoralización entre la población.

A esta crisis social y económica se le vino a unir una grave crisis política. En un sistema en el que poder desde tiempos de Stalin se había concentrado en el Politburó del Comité Central del PCUS y, especialmente, en la figura del Secretario General del partido, la muerte de Breznev a los 76 años en 1982 puso en evidencia el anquilosamiento del sistema político soviético. El poder se hallaba en manos de una verdadera gerontocracia: a Breznev le sucedió Yuri Andropov, de 68 años, que murió dos años después en 1984. A Andropov le vino a sustituir Chernenko, un anciano que murió un año después en 1985.

Hasta el fin de la guerra de Vietnam en 1975, la imagen de EE.UU. había sido muy negativa y la URSS llevaba la delantera en lo que podemos denominar "la batalla de la imagen" entre las dos potencias. A partir de esa fecha la situación cambió. Los factores fueron múltiples: la publicación en 1974 de "Archipiélago Gulag" de Alexander Soljenitisin en el que el escritor ruso ponía al desnudo el horror del sistema de campos de concentración soviéticos, la invasión de Afganistán en 1979 o el lamentable espectáculo de la gerontocracia soviética con las sucesivas muertes y sustituciones de Breznev, Andropov y Chernenko llevaron a la URSS a una situación en la que la necesidad de cambio era evidente.

El 11 de marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov, de "sólo" 54 años, era elegido Secretario General del PCUS. Nadie podía esperar la magnitud del proceso de cambios que desencadenó.

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